La Presidenta Bachelet hace un par de meses propaló el “realismo sin renuncia” que, como se dilucidó más tarde, consiste en algo parecido al “realismo mágico” y no al “realismo” como lo entendemos los cerca de mil millones de hispanoparlantes.

Entonces, incorporados por dictado presidencial al surrealismo, por qué no imaginamos qué habría pasado si nos hubiesen gobernado algunos presidentes del país del norte, ejercicio que por lo demás hará dar volteretas en la tumba a García Márquez, pues, casi por definición, el “realismo mágico” es patrimonio de la izquierda.

Estados Unidos tuvo una guerra civil que dejó 600 mil muertos, el 2% de la población, y el asesinato del presidente Lincoln. Mas, la reconciliación se inició el mismo día en que se firmó la rendición, cuando el futuro Presidente Grant, para sorpresa de los vencidos, permite a los oficiales confederados conservar sus espadas como signo de dignidad y ordena acoger a las tropas derrotadas en los campamentos de la Unión. El sucesor de Lincoln, Andrew Johnson dispone que no se tomen represalias contra los estados vencidos y promueve su regreso a la Unión.

Chile, 40 años después del 73, no es un país reconciliado. Incluso da para pensar que las odiosidades deben mantenerse artificialmente vivas porque otorgan dividendos políticos. Con la fórmula del realismo mágico, este tema ya estaría más que superado.

Carter, un hombre de enorme estatura moral, bien intencionado, reconocido internacionalmente por sus labores humanitarias, desempeñó la peor presidencia de EE.UU.; así como su sucesor, Reagan, la mejor (encuesta Gallup 2011). Dejó el país con 13% de inflación, 7% de desempleo e interés de 15%, cifras enormes para ese país. En definitiva, recesión. También dejó 66 rehenes en manos iraníes, pero esto no aplica, pues nadie en su sano juicio retendría chilenos y recibiría 7.955 millones de dólares por su liberación. Hasta el realismo mágico tiene límites.

A propósito de la recesión, que según algunos ya nos afecta, Reagan se despachó la siguiente frase: “recesión es cuando tu vecino pierde su empleo. Depresión es cuando tú pierdes el tuyo. Recuperación es cuando Carter pierde el suyo”. En España cambiaron Carter por Zapatero. ¿Se le ocurre alguna adaptación para nuestro país?

Qué hizo Reagan ya Presidente. Básicamente disminuyó los impuestos, fomentó la iniciativa privada y disminuyó la injerencia del Estado. Una célebre frase a propósito: “las nueve palabras más terroríficas en nuestro idioma son: soy funcionario de gobierno y estoy aquí para ayudar”. Con realismo mágico, nuestra lengua debería ser el inglés.

Actualmente, la derecha chilena debate arduamente por causa del aborto para algo tan básico como fundar un nuevo referente, con su infinita capacidad de hacer de cada oportunidad una crisis y no al revés, rasgo suyo que desgraciadamente no es realismo mágico. Ante la misma discusión, Reagan, para justificar su cambio de posición al respecto, sin empacho dijo: “me he dado cuenta que todos los que están a favor del aborto ya han nacido”. Muñeca política para superar problemas, también parte de la magia que se echa en falta por acá.

¿No sería bueno tener un Reagan? Y fue el candidato de mayor edad en ser elegido Presidente (tome nota don Ricardo). Quizá Ud. encuentra que Reagan es un “facho” y nadie así llegaría a la presidencia en nuestro país, incluso en este ejercicio mágico; ok., vamos entonces a Clinton.

Llegó al poder desde el ala izquierda de su partido con la Nueva Democracia, propulsora de la Tercera Vía posteriormente seguida por Blair, Prodi, Jospin, Cardoso y nuestro Lagos: atender las demandas más progresistas de la sociedad, promover la equidad social e igualdad de oportunidades, pero con cuentas fiscales ordenadas y crecimiento. Y dejó la economía probablemente en el mejor estado de los últimos 50 años, con un récord  de 107 meses consecutivos de crecimiento económico.

La receta fue la misma de Reagan, impuestos bajos, naturalmente con otros énfasis. Un joven, probablemente de los que creen que estrujar a los contribuyentes es la vía para lograr equidad social y que de ser chileno estaría marchando desde el 2011, preguntó a Clinton si pensaba abandonar el rol del Partido Demócrata como “campeón de los pobres”. Él no tuvo inconveniente en contestar: “mi plan no es hostil a los pobres. Si uno va a ayudar a los pobres con el dinero de los impuestos, alguien tiene que ganar dinero para poder pagar esos impuestos. La mejor manera de ayudar a los pobres es expandir la clase media”. Lógica elemental que, con realismo mágico, podríamos tener en Chile.

Admitamos que Lagos fue nuestro Clinton, aunque bien portado. Quizá es de las pocas presidencias en que el realismo mágico se hizo realidad.

Y qué nos queda. Creer que la próxima presidencia pueda ser una versión criolla de Reagan o Clinton, que nuestros políticos pueden mejorar, que con impuestos bajos, Estado pequeño, crecimiento y adecuadas políticas públicas podrá alcanzarse el desarrollo y materializarse la equidad social, la igualdad de oportunidades, la educación de calidad. Una vez más nos hace falta realismo, pero aquel necesario para construir los sueños.

 

Pedro Troncoso, abogado.

 

 

FOTO:CRISTOBAL ESCOBAR/AGENCIAUNO

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