Hace un par de años o más, en Chile la Innovación Abierta se puso de moda. Y eso es la que lo distingue de procesos similares en otras latitudes y le da el perfil Made in Chile. La innovación abierta a la chilena tiene más de moda y marketing que de búsqueda de resultados. Hay excepciones, como todo en el mundo, y algunas empresas están avanzando en la dirección correcta.

Al mirar retrospectivamente, los primeros esfuerzos de innovación abierta en nuestro país probablemente contribuyeron al desarrollo del ecosistema de innovación, pero no fueron concebidos con ese propósito y, peor aún, siempre quedará la sensación de que para conseguir un mayor impacto en esa variable (desarrollo del ecosistema) se podría haber hecho algo mejor. Y los últimos gobiernos se han gastado suculentas cifras en giras nacionales de innovacion, festivales de innovación, eventos, seminarios, etc., en seguir desarrollando el ecosistema, y se percibe que la “onda” es distinta.

No existiendo el pretexto de que los procesos de innovación abierta son para la construcción de ecosistema, la pregunta que cae de cajón es: ¿Por qué hacerlo? Desde el punto de vista empresarial, se pueden tener diversas respuestas y matices, pero todas conservan un elemento común: resultados. Y es que cualquier proceso de innovación debiera tener como objetivo un resultado para el negocio, y si sólo es ser “top of mind” en la categoría innovación, a la larga esto traerá consecuencias.

Hoy, una nueva innovación abierta Made in Chile se está empezando a gestar, con un objetivo y horizonte mucho más claro y definido. Es posible percibirlo desde las acciones de búsqueda específica de soluciones innovadoras y desde la forma en que se configuran las convocatorias masivas. Estas empresas se caracterizan por tener siempre muy presente los desafíos de negocio que desean ser resueltos y han comenzado a desenvolverse en nuevas redes y grupos de trabajo distintos a los tradicionales o a los que ha acaparado por años el tema.

Uno de los aspectos valiosos del nuevo Open Innovation Made in Chile es el sentido o estado de búsqueda permanente que adoptan las empresas, que los orienta a cuestionarse y revisar de forma permanente nuevas formas de enfrentar sus desafíos. Del mismo modo, estas empresas han comenzado a generar mecanismos y procesos que facilitan el trabajo e incorporación de innovaciones desde el exterior de la compañía, pero, por sobre todo, han tomado conciencia de que deben desarrollar un músculo interno que les permita gestionar estos procesos con ritmo.

Estos nuevos procesos de innovación abierta que funcionan, ya no se ejecutan en el marco de un concurso o a cambio de un premio en dinero o en especies, donde la mejor idea sólo recibe el aplauso del público y una página en el diario. La innovación abierta que funciona se ejecuta en el marco de nuevos procesos que habitan tanto dentro como fuera de la empresa, con esfueros y gestiones que buscan por una parte desarrollar la mejor solución y equipo posible y, por otra, los mecanismos para que esta “nueva empresa proveedora” pueda incorporarse a los procesos y estándares de la forma más expedita y cuidada posible.

Un premio aislado sin mayores alianzas o inversión para desarrollar productos no favorece la innovación ni el emprendimiento. Sí potencian el emprendimiento procesos bien definidos. Es el caso de la convocatoria y proceso de innovación abierta Energy Start de Chilectra que estamos en este momento desarrollando en Imagine Business Lab. En este proceso, las startups seleccionadas reciben un set de servicios cuyo propósito central es darle viabilidad y sustentabilidad, y esto se logra con el financiamiento entregado por Imagine Business Lab durante el proceso, pero en mayor medida por las acciones de entrenamiento, transferencia de módelos y métodos de desarrollo y gestión, mentoría, tutoría técnica, kits de desarrollo y servicios Microsoft, redes, gestión comercial, apoyo financiero, contable y legal, y un espacio de trabajo y aprendizaje gratuito durante el proceso.

Chilectra, por su parte, participa activamente en el proceso de depuración tanto de los elementos técnicos como de forma de las soluciones para facilitar su acceso a la compañía como un eventual futuro emprendedor. Todo lo anterior en un período de tiempo en que es posible diseñar, validar con clientes, aprender, pivotear y mejorar las propuestas de valor, sin perjudicar la velocidad que requieren este tipo de procesos, y que en una semana o fin de semana no es posible conseguir.

Iniciativas o procesos de este tipo es el que deben comenzar a explorar las empresas y gerentes/gestores de innovación que realmente estén interesados en innovar. La invitación es a salir de los espacios de confort y clubs de confianza, y comenzar a frecuentar los lugares donde no sean los que se las saben todas y donde se está cocinando verdadera innovación.

 

Roberto Pino, Director Imagine Business Lab.

 

 

FOTO:NADIA PEREZ/AGENCIAUNO

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