Claro que son importantes las comunicaciones. Con razón se reitera que las ideas se instalan y luego vienen las reformas para responder a ellas. Pero muchas veces vemos que para sostener ciertas ideas o defender gobiernos se alteran mañosamente los datos y se falsifica la realidad.

Es lo que hemos visto, por ejemplo, con los resultados de la agencia de clasificación de riesgo Moody’s. El hecho objetivo e indesmentible es que bajó la calificación de riesgo de la deuda soberana de Chile desde “Aa3” a “A1d”. Nada raro, porque el año pasado ya lo habían hecho, por primera vez, después de 25 años, Standard & Poorr’s (S&P), que le bajó la nota a “A+”, y Fitch Ratings, que se la recortó a “A”.

Ahora, aunque Moody´s da razones bien claras, que apuntan al deterioro de las cuentas fiscales en los últimos cuatro años y también a factores estructurales de la economía, como seguir dependiendo de los commodities, lo cierto es que por “secretaría” se trata de instalar que la primera administración de Sebastián Piñera tiene una cuota de responsabilidad en esa mala evaluación. Los argumentos pueden ser indefinidos y muy técnicos, pero lo claro es que los economistas de centroizquierda toman las cifras y las tiran al aire, haciendo malabarismos que arrojen números que puedan demostrar que el deterioro de las cuentas fiscales partió con Piñera.

Confuso, confuso para los que no somos economistas y vemos hechos evidentes mucho más simples.

Y la cueca se arma completa cuando los analistas de las mismas agencias empiezan a opinar para un lado o para el otro: que el deterioro comenzó en 2010, “gradual, constante y persistente”. O de la agencia 2, que empezó en 2012, con la caída de los ingresos del cobre. Y salta a opinar el de la agencia 3: ni en 2010 ni en 2012, sino que a principios de 2017 cuando la deuda se dispara hasta llegar al 23.5% del PIB.

Confuso, confuso para los que no somos economistas y vemos hechos evidentes mucho más simples. Que la administración de Bachelet gastó mucho más que los ingresos que tuvo (casi 38 mil millones de dólares más), que aumentó el gasto público más de tres veces lo que creció la economía, que no cumplió con el compromiso de eliminar el déficit estructural para lo cual justificó subir los impuestos y, por el contrario, lo multiplicó por 4. Al final lo que importa es crear una imagen; el deterioro fiscal viene de antes, las causas estructurales también, aunque la economía creciera 3 veces más que con Bachelet en el período 2010-2013 y en el período de la Mandataria la inversión cayera los 4 años.

Este ímpetu de arreglar los resultados por secretaría es cansador. Termina uno por no creer.

Es la misma discusión que vivimos durante toda la administración de la Nueva Mayoría, en que año a año se evidenciaba el frenazo económico, pero la imagen a crear en el colectivo era que había un ciclo económico externo negativo, que no había responsabilidad del gobierno en los resultados de menos empleos, por lo tanto.

Y esta misma discusión la hemos visto con el tema de seguridad, donde se repite y reitera que nunca estuvo peor que en el período de Piñera. Se refieren a la victimización de hogares que arroja la encuesta Nacional Urbana de Seguridad Ciudadana, la famosa ENUSC, que se toma anualmente y a nivel nacional. Es cierto que en 2011 Piñera tuvo un peak de hogares victimizados (28,8%) que es prácticamente igual a la victimización frente a los principales delitos de connotación social que arrojó la del año pasado, 28%. Pero lo que se omite decir es que mientras en los dos últimos años de Piñera los hogares victimizados bajaron, hasta llegar al 22,8%, durante los 4 años de Bachelet esta medición se deteriora, subiendo el indicador todos los años, hasta llegar al 28% en 2017.

Y, hay que decirlo, esta maña con crear imágenes para crear una realidad virtual mejor no es exclusiva de la izquierda. Muchas veces vimos al Piñera 1 haciendo magias con las cifras también. El problema es que este ímpetu de arreglar los resultados por secretaría es cansador. Termina uno por no creer, lo que también es un éxito para el “retador”, porque deja instalada la duda frente a los hechos reales. Pero aunque se repita y repita la segunda lectura, la gente aprende también a reconocer los porfiados hechos. Porque por más que se culpe al empedrado, los chilenos se dieron cuenta que el país crecía muy poco, no porque entendieran las cifras del PIB, sino que por la experiencia propia o de algún familiar, vieron que los empleos con previsión social escaseaban o no se encontraban.

Teniendo tantos desafíos con todos los problemas que quedaron en rezago en la administración de Bachelet -la Araucanía, los inmigrantes, los niños, la seguridad, el crecimiento económico, carabineros- lo que uno esperaría son más acuerdos para avanzar y menos segundas lecturas para empatar. De ambos lados. La oposición tiene que empezar a construir identidad hacia el futuro y eso no se logra desde la postura de no colaborar del Partido Socialista. No puede conformarse con continuar siendo definida por lo que era, la EX Nueva Mayoría, porque eso significa que hoy no se sabe lo que es. Y eso también se transmite.

Pilar Molina, periodista

 

FOTO: RODRIGO SAENZ/AGENCIAUNO