Al fin era 19 de diciembre. Luego de varios anuncios frustrados del relanzamiento de la centro derecha, ese sábado se daba a conocer un nuevo referente que iba a reemplazar a la Alianza. Muchos chilenos, que ven a diario la falta de gestión y desidia del gobierno actual y el letargo de la centro derecha, pensaban, con ilusión, que se iba a anunciar algo grande, a la altura de lo que los chilenos desencantados se merecen, y que quieren creer en algo. Pero los medios tuvieron poco que informar ese día, o más bien, debieron escribir una “noticia” política como cualquier otra, que poco o nada aportaba a la historia.

Si por meses se anuncia que viene un nuevo referente político, ¿qué es lo que usted espera? Hagamos el ejercicio y seamos generosos. Pidamos, al menos, dos cosas.

Cuando se relanza una coalición, es porque lo que había antes no satisface o no cumple con las expectativas de la sociedad; ya sea porque los paradigmas cambiaron, o porque se cometieron actuaciones no acordes al nivel ético-político que exige una alianza, que debiera, al menos en teoría, dar el ejemplo (hasta Aristóteles lo escribió ya en el siglo IV AC). Bueno, durante el relanzamiento de la centro derecha lo que menos hubo fue un diagnóstico interno y un mea culpa. ¿Le llamó la atención algún discurso de los líderes y próceres del sector que ofreciera disculpas a los chilenos por el mal actuar de empresarios, varios de ellos ligados a los ahí presentes?, ¿los pecados de omisión al respecto?, ¿la desidia de algunos de sus políticos y militantes?; o ¿la confusión que tienen con la incómoda decisión por la defensa del que está por nacer?

Ninguno de estos cuestionamientos le puede haber llamado la atención, porque no los hubo. Tanto así que la periodista Karen Ebensperger, una independiente, sí se atrevió a decir unas cuantas verdades en la ocasión. Entre sus palabras destacaron “Llama la atención que hay personas que habiendo ido a los mejores colegios y universidades cometieran abusos y grave irrespeto a la fe pública. No entendieron de qué se trata el respeto cívico. Y tampoco lo entendieron algunos dirigentes de los partidos políticos del sector, y algunos centros de pensamiento, que dicen defender la libertad política y económica: debieron ser los primeros en denunciar esas malas prácticas en vez de bajarles el perfil. La sociedad de libertades se defiende desde adentro, no sólo criticando a los del frente. Destruir la fe pública es lo más grave que puede pasar en una sociedad, porque trae desconfianza, se van liquidando las instituciones, y de ahí al populismo hay sólo un paso”. Eso es tener pantalones y decir las cosas por su nombre. Frases que no dijeron los “históricos”.

Segundo. Si uno relanza y/o presenta un nuevo referente, además de un diagnóstico y mea culpa realista, por simple sentido común, lo que viene es presentar y entregar las “tablas de la ley” que van a regir a ese conglomerado. ¿Es el desde o no? Le cuento. No se entregó ningún texto refundacional, así que no lo busque, porque no lo va a encontrar, recién está en proceso de elaboración.

Entonces la pregunta es obvia. Si no hay diagnóstico/mea culpa y no se explicita el nuevo camino que regirá a la centro derecha, para qué anunciar, con bombos y platillos, ¿el lanzamiento de Chile Vamos? Aquí algunas teorías: tener una excusa para mostrar al ex Presidente Sebastián Piñera como precandidato presidencial (se robó la película en el encuentro); querer ilustrar que la oposición ya no es sólo la UDI y RN, sino que ha coleccionado más nombres: Evópoli, PRI.; que lo que hay detrás de todo esto –hasta el momento- es un mero pacto electoral (siguen faltando las ideas). Por último, y cómo no, mantener presencia en los medios. Y ¡Ah!, se me quedaba en el tintero, perdonen, ¡mostrar el nuevo logo pues!

Hay un viejo dicho que dice “Primero hay que poner los huevos, y luego cacarearlos”. En el lanzamiento de Chile Vamos hubo mucho cacareo, pero pocos huevos, poco contenido, cero relato. Tal es así que a los pocos días del 19 de diciembre, la oposición protagonizó un papelón en el Congreso con la Ley Corta de gratuidad. Si bien habían acudido al Tribunal Constitucional por considerar la glosa discriminatoria, cuestión que fue acogida y validada por el tribunal, por esas situaciones curiosas que ocurren en el Congreso, la ley se votó igual. La oposición se olvidó de la desigualdad que quiso defender y terminó, (no sólo siendo el malo de la película) sino que además apoyando un proyecto, en el que el aplauso se lo llevó el gobierno. Pero yendo a lo nuestro. En tan importante pilar como es la desigualdad, ¡sorpresa!, algunos parlamentarios de oposición querían apoyar la entrega de recursos, otros rechazarla y una tercera vía se quería abstener.

Se insiste entonces, ¿para qué lanzar un nuevo conglomerado que aún no sabe lo que quiere? La sugerencia es clara: ordenar y organizarse. Que el consejo político (que comienza a sesionar el próximo 4 de enero) esté lleno de historiadores, filósofos, humanistas de variadas ramas y no sólo ingenieros. Que no se mida el tiempo para hablar: que se debata, se critique, se dialogue, se hagan preguntas incómodas, meas culpas, se deje hablar a independientes, nuevos rostros, y se respeten los silencios. Además, lleven tarea para la casa: leer, y leer mucho (no encuestas, en esta primera etapa), sino que partir desde los orígenes: La Política de Aristóteles, pasando por Karl Popper, y los profetas Fiódor Dostoievski y Aleksandr Solzhenitsyn, por dar sólo algunos ejemplos.

Cuando se quiere proponer algo grande y reconstruir un país luego de un tsunami ético moral, se necesita tiempo, reflexión, pensar en el todo, aunque, a veces, haya que sacrificar lo inmediato. Sólo cuando esto se haya logrado se debe lanzar Chile Vamos. Lo del 19 de diciembre fue un muy mal ensayo.

 

Rosario Moreno C., Periodista y Licenciada en Historia UC.

 

 

FOTO: MARTIN THOMAS/AGENCIAUNO

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