A menos de un mes del plebiscito del 25 de octubre, el ritmo del conflicto continúa en el país dañando las expectativas económicas de consumidores y empresas. Son múltiples las manifestaciones: por un lado, las declaraciones de connotados personeros miembros del Partido Comunista en orden a desconocer los acuerdos del 15 de noviembre del año pasado; por otro, las descalificaciones del alcalde Daniel Jaude sobre el ex canciller Insulza respecto a su salud mental así como la acusación constitucional al ex ministro Mañalich por “notable abandono» de sus responsabilidades. El libelo es impulsado por varios diputados del PC y FA, más una firma del diputado Celis de la ex Nueva Mayoría.

Es notable la capacidad para exacerbar el conflicto de la extrema izquierda; el escenario polarizado le conviene porque predispone al país a soluciones populistas de dudoso sostenimiento en el mediano plazo y la implementación de un modelo socialista, donde el Estado es clave. Está claro para mí que ese sector radicalizado no solo es minoría, sino que también durante los meses que sucedieron al 18 de octubre del año pasado articuló a la centro izquierda para recuperar el poder perdido en elecciones democráticas el 2017. Lo que pretende es una revolución y no un proceso político y económico ordenado de transformaciones, que sin duda es lo que quiere la mayoría del país.

Sin embargo, hace pocos días el Frente Amplio decidió no pactar con el resto de la oposición para la inscripción de una lista común para las eleciones primarias de candidatos a gobernadores y alcaldes a realizarse el próximo año; una posición parecida indicó el Partido Comunista. Ese bloque pidió condiciones especiales: listas con omisiones y blindajes, en definitiva, arreglos electorales previos que garanticen la elección de sus representantes. Esta vez, la centro izquierda no aceptó e inscribió un pacto muy parecido a lo que era la antigua Concertación, por lo que ha sido denominada la Concertación 2.0. Aunque no sabemos si este quiebre se proyectará hacia las elecciones generales de parlamentarios y de presidente, la mayor preocupación de los opositores es que el quiebre puede incidir en los resultados de la constituyente si el plebiscito da ganador al Apruebo.

El oficialismo sí se comprometió a presentarse a primarias en una sola lista, confirmando con ello que, pese a todo lo sucedido con ese conglomerado, continúa siendo un conjunto ordenado que comparte un programa común para el futuro de Chile. A la oposición, en cambio, solo la une derrotar al oficialismo, pero no comparten un programa común.

En el plano económico, la cifra  para el Imacec de agosto fue peor a la esperada, indicando con ello que la economía aún se encuentra en dificultades para la recuperación, que los efectos de la cuarentena persisten en varios sectores y que tendremos que esperar los datos económicos de septiembre para empezar a despejar si durante el último trimestre tendremos cifras mejores. Los datos para el desempleo mejoraron marginalmente en el trimestre que terminó en agosto, pero sabemos que el desempleo efectivo, aquel que considera los empleos con protección estatal y el encogimiento de la fuerza de trabajo, todavía está cerca del 30%.

Participé en el grupo de expertos que calculan el producto tendencial de Chile. Las cifras obtenidas del crecimiento cercano al 1,5% indican que necesitamos triplicar ese resultado para aspirar al desarrollo. El producto tendencial es una medida del PIB en el mediano plazo y, a diferencia del PIB de cada año (que refleja simplemente el ciclo), reporta la capacidad de la economía para crecer en el mediano y largo plazo.

Hay incertidumbre, porque se agregan al resultado del plebiscito las continuas amenazas de grupos extremos con la “celebración” del estallido 2.0 una semana antes. Está también el hecho que desconocemos la reacción de millones de chilenos afectados por el desempleo. Pueden radicalizarse o comprender que necesitamos la unidad para sortear el duro momento que ha instalado la historia.

También el gobierno esta vez tendrá que demostrar para qué fue elegido por la inmensa mayoría de los chilenos, actuando con habilidad y energía frente a cualquier intento de desborde institucional.

Vivimos días cruciales. Espero que la autoridad preserve el estado de derecho para que el despliegue reactivador de la economía funcione y la protección al empleo sea lo que predomine, porque lo único que tiene la gran mayoría de chilenos es su trabajo; no tienen ahorros significativos ni propiedades de donde derivar rentas adicionales, y sólo quieren progreso, bienestar y paz para sus familias.

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