Una decisión tomada por Estados Unidos, en enero, puso en jaque la mayoría del flujo de la caja de la economía venezolana. El Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó una Orden Ejecutiva el pasado 25 de enero que implementa nuevas sanciones al gobierno de Venezuela y a la petrolera estatal, Petróleos de Venezuela (PDVSA).

La medida implica que las entidades de terceros que utilizan el sistema financiero de EE.UU. deben suspender las transacciones con PDVSA antes del 28 de abril y que las compañías de Estados Unidos  –incluidas aquellas que brindan servicios petroleros– deben cesar sus operaciones en Venezuela antes del 27 de julio. Tampoco se podrá exportar o reexportar diluyentes desde el país norteamericano, ni se permitirá la venta o inversión en deuda relacionada con PDVSA. Además, está prohibido exportar bienes, servicios, tecnologías, por parte de estadounidenses, desde ningún lugar, a PDVSA o a entidades de su propiedad, con la excepción temporal de CITGO.

Más del 90% de las divisas de la economía venezolana dependen de su exportación petrolera, lo que obliga a Venezuela a buscar nuevos mercados para sus productos. Mientras que Estados Unidos, que durante años –o décadas–, fue el principal comprador de petróleo de este país, ya no necesita del crudo venezolano para poner en movimiento su economía.

De hecho, la producción de petróleo crudo de los norteamericanos alcanzó un nivel récord en 2018, al promediar 10,96 millones de barriles por día, de acuerdo con la Administración de Información de Energía (EIA) de los Estados Unidos. La agencia especifica que se trata de 1,6 millones de b/d (17%) más que los niveles de 2017, cifras que no se veían desde la década de los setenta.

El número va en ascenso. “Estados Unidos viene aumentando su producción doméstica hasta alcanzar niveles récord. En este momento sobrepasa los 12 millones de barriles diarios, por primera vez en toda su historia de hidrocarburos; por lo tanto, sus importaciones de crudo se han reducido drásticamente. Buscan independizarse del petróleo que compran en el Medio Oriente, específicamente del Golfo Pérsico, y del petróleo que venía de Venezuela”, explica Rafael Quiroz Serrano, economista especializado en petróleo y jefe de la cátedra de Economía y Política Petroleras de la Universidad Central de Venezuela.

Los miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) siguen siendo su principal fuente de importaciones, con 1,5 millones de barriles diarios en febrero de 2019, al tiempo que del Golfo Pérsico 1,2 millones de barriles. En la misma agencia se puede ver la evolución con respecto a Venezuela: en septiembre de 2018 este país les vendió 608 mil b/d; en enero de 2019 la cifra fue de 510 mil b/d y en febrero había bajado a 269 mil b/d.

“Los apagones generalizados, la mala gestión de la industria petrolera y las sanciones de los Estados Unidos dirigidas al sector energético de Venezuela y PDVSA han contribuido a las recientes caídas de producción”, dice un informe de EIA sobre la elaboración venezolana, los niveles más bajos desde enero de 2003, cuando la nación atravesaba por una huelga general. En marzo de 2019, la producción de petróleo crudo de Venezuela promedió 840 mil barriles por día; menos que los 1,1 millones b/d que hubo en febrero. Quiroz Serrano indica que al momento su país está produciendo 795 mil b/d de crudo. “La producción venezolana sigue bajando, más lentamente que antes, pero sigue bajando. Eso ha afectado a todos nuestros clientes y a todos nuestros mercados”, subraya.

Cuando Hugo Chávez llegó a la Presidencia de Venezuela en 1998, el país producía cerca de 3,5 millones de barriles diarios. En abril de 2013, cuando Maduro fue elegido, rondaba los 2,7 millones de b/d. Al momento de su “reelección” en mayo de 2018, la producción ya iba por 1,36 millones de b/d.

“Las disminuciones en la producción venezolana tendrán efectos limitados en los Estados Unidos, ya que las importaciones estadounidenses de petróleo crudo venezolano han disminuido durante los últimos años. 2018 promedió las importaciones más bajas desde 1989”, analiza EIA.

La deuda venezolana se mide y se paga en barriles de petróleo

India, China y algunos países europeos se convirtieron en el destino del petróleo crudo de Venezuela, según los datos publicados por ClipperData Inc. “Los destinos de algunos buques que transportan petróleo crudo venezolano siguen siendo desconocidos. Es probable que Venezuela mantenga algunas cargas de crudo destinadas a la exportación en almacenamiento flotante hasta que encuentre compradores para las cargas”, reporta la oficina estadounidense.

Para Quiroz Serrano, en este momento a quienes les interesa comprar el petróleo de Venezuela es a sus principales socios y clientes: China y Rusia, aunque, explica, en estos momentos el país no está cumpliendo las cuotas pactadas. “A China debiéramos mandar 640 mil b/d, pero se están enviando 295 mil b/d. Algo similar pasa con Rusia. Deberíamos estarle enviando 310 mil b/d y solamente despachando 148 mil b/d”.

Francisco Rodríguez, economista jefe de Torino Economics, el brazo de análisis económico de Torino Capital (banco de inversiones y corredor de bolsa con sede en Nueva York), afirma que la deuda de Venezuela con Rusia tiene dos componentes: está la deuda bilateral con el gobierno ruso que asciende a 3.000 millones de dólares, que en este momento está bajo un período de gracia después de una re-negociación por lo cual solo se están pagando los intereses; y la deuda con Rosneft compañía petrolera a la que se le adeudan 2.500 millones de dólares.

De esos 2.500 millones de dólares, 1.500 corresponden a un préstamo que está garantizado con 49,9% de las acciones de CITGO Holding, filial de PDVSA en EE.UU. “Nuestra estimación indica que CITGO vale unos 8.100 millones de dólares y es, de lejos, el activo más valioso de Venezuela en el exterior. De esos 1.500 millones de dólares en deuda, se han pagado 500 millones”, asegura.

En cuanto a China, Rodríguez señala que los asiáticos prestaron “una buena cantidad de dinero a lo largo de los últimos años. Mucho de eso se pagó, porque era a cambio de ventas de petróleo, pero se le deben aproximadamente 14.000 millones de dólares”. Venezuela envía petróleo a China para repagar esos préstamos, que surgen a partir de dos fondos que se crearon como producto de un acuerdo bilateral: el Fondo Conjunto Chino-Venezolano y el Fondo de Gran Volumen y Largo Plazo. “Este es un modelo que los chinos han utilizado con varios países: prestan a fondos que ellos co-gerencian con el país destino de los recursos y el repago de ese préstamo está garantizado con los envíos de un recurso natural, en este caso petróleo”.

Agrega Rodríguez: “Una cosa es Rusia y otra Rosneft. El petróleo que se le paga a Rosneft va a la India. No va a Rusia. Rusia exporta petróleo y no necesita importar petróleo de Venezuela, pero Rosneft sí necesita petróleo venezolano para las refinerías en las cuales tienen alguna participación en la India. Los dos principales destinos ahora son la India y China”.

Para Miguel Ángel Martínez Meucci, analista venezolano, doctor en Conflicto Político y Procesos de Pacificación, “Rusia y China entienden su vínculo actual con Venezuela como algo que va más allá de un estricto intercambio comercial y entra en el plano del control geopolítico. China está intentando consolidar, a largo plazo, el control de puertos y vías marítimas que le permitan garantizar el manejo de sus redes de distribución de mercancías y el acceso a materias primas que le resultan más imprescindibles, como el petróleo. Es conocida la ‘diplomacia de la deuda’ que practica el gobierno chino, por la cual ha logrado que países con economías más o menos precarias y gobiernos más o menos corruptos contraigan deudas con ellos que luego difícilmente pueden pagar y que los mantienen atados a su influencia”.

Dice Quiroz Serrano que esto genera para Venezuela problemas de liquidez: “Lo óptimo es que ese petróleo que ya no le vendemos a Estados Unidos, lo comercializáramos con otro mercado, porque cualquier cantidad que vaya a esos destinos lo van a tomar para amortiguar la deuda. Lo único que nos paga China, de la factura petrolera completa, es el 20%. En el caso de Rusia, nos pagan solamente el 30%». El especialista argumenta que, tras las sanciones estadounidenses, la India no quiere aparecer como comprador de Venezuela y “está haciendo una triangulación con Rosneft. Nosotros le mandamos el petróleo a Rosneft y ellos lo mandan a la India como si fuera una venta suya. La India nos paga a través de Rosneft para evadir las sanciones que corresponden al sistema bancario”.

Intereses geopolíticos y caribeños

Hay otras consideraciones que aplican. Si la pregunta es “¿qué país necesita más el petróleo de Venezuela?”, la respuesta no es EE.UU., Rusia o China, sino Cuba.

“Si lo consideramos como una relación entre el volumen que Venezuela puede suministrar en estos momentos y el tamaño de la economía de destino, no cabe duda de que Cuba es el país que más depende del crudo venezolano, entre otras cosas porque el chavismo nunca le ha exigido una contraprestación económica”, opina Martínez Meucci, también profesor de Estudios Políticos en la Universidad Austral.

Por los convenios suscritos con Cuba, Venezuela debería enviarles 84 mil b/d. Debido a la caída de su producción está despachando 37 mil b/d. En el Caribe no solamente Cuba se ha beneficiado de este recurso. A través de Petrocaribe, un plan energético y de cooperación, Venezuela ha inyectado 28.000 millones de dólares en 14 naciones, que en la práctica le han servido para asegurar respaldos diplomáticos en instancias multilaterales.

Las disminuciones en la producción venezolana tendrán efectos limitados en los Estados Unidos, ya que las importaciones estadounidenses de petróleo crudo venezolano han disminuido durante los últimos años. 2018 promedió las importaciones más bajas desde 1989”, analiza la Administración de Información de Energía (EIA) de los Estados Unidos.

Quiroz Serrano detalla que las naciones que conforman esta coalición también han visto reducido su suministro, que en principio fue de 194.000 b/d, y ahora está por el orden de 93.000 b/d.

“PDVSA no tiene precio preferencial. Lo que sí tiene son contratos preferenciales, con Cuba y con Petrocaribe. Cuba paga en efectivo solo un 20% de la factura petrolera y el resto lo cubre con personal médico y de inteligencia. Los acuerdos con Cuba establecen dos años de gracia, con Petrocaribe uno. La tasa de financiamiento de los países de Petrocaribe es de 2%, y la de Cuba es de 1%. Con Petrocaribe los márgenes de negociación son de hasta 10 años de financiación y con Cuba pueden llegar a ser 20 años”, especifica el economista. Señala que un punto que genera suspicacia es que los contratos con Cuba omiten la cláusula que define cuál debe ser el lugar de destino del crudo.

De regreso al Kremlin, asevera Martínez Meucci, “Rusia cuenta con una economía apenas más grande que la española e intenta hacer valer su peso como potencia global con base en la injerencia militar, financiera y cibernética en diversas naciones. Si bien su aspiración esencial es recuperar pleno control de su histórica área de influencia, que abarca el Báltico, el Mar Negro y el Cáucaso, su participación en conflictos más lejanos le permite erigirse como interlocutor obligado para las potencias de Occidente o del Extremo Oriente”.

Y concluye: “Rusia sabe que no puede competir económicamente con las naciones ricas de Occidente, ni con China, ni con la India, y que su única baza para jugar un papel en el ámbito de las grandes potencias es su capacidad para crearles problemas. Por tal razón, su interés en Venezuela no es tan comercial como estratégico”.